HUEVARESHISTORIA

Este Blog de la Historia de Huévar del Aljarafe (Sevilla - España) tiene como objetivo central hacer llegar a todo-as, nuestra historia, nuestra gente y nuestra cultura a traves de los tiempos. Cada Post y cada fotografía esta efectuada en Huévar, y revisa, describe y analiza el acontecer histórico de Huevar al objeto de enriquecer el conocimiento del lector-a, niños-as y mayores. Para mí, como escritor de este Blog y de la Historia de nuestro pueblo, es fundamental lograr en ustedes el interés y la comprensión por el pasado, el presente y el futuro.

Espero que este espacio Histórico-Cultural sea bien aprovechado por ustedes y sirva de punto de encuentro para vuestras aportaciones y temas: fotos, historias, etc, hacer preguntas y sobre todo, crear nexos intelectuales que nos engrandezcan tanto a ustedes como a todos nosotros.


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martes, 7 de febrero de 2012

RECUERDOS: 2 de Febrero de 1954 - EL AÑO QUE NEVÓ EN HUEVAR

El año 1954 fue uno de lo más lluviosos y fríos que se recuerda en Huévar. 

Durante el mes de Enero no dejó de llover y apenas salía el Sol. La mayoría de los días amanecía nublado, prolongándose el frío de la noche hasta mediodía y los hombres casi no podía salir al campo a trabajar. A la caída de la tarde, a los niños se les mandaba por carbon. La venta de cisco y carbón la hacían los cisqueros en boliches en el campo. Yo recuerdo la carboneria de “El Mosca” Teníamos que esperar la cola y una vez despachados de vuelta a casa,  se encendía “la copa” en el corral.  Se vaciaba parte de la ceniza de la del día anterior en la tinaja del “Agua de la paloma” que era como se conocía la lejía.
La tinaja de la lejía estaba situada a la caída de las canales. Para llenarla sólo había que destaparla. Los minerales de la ceniza le daban a esta agua la acidez y las  propiedades de la lejía, se empleaba para lavar y blanquear la ropa o fregar los cubiertos.
La copa se preparaba echando primero “El papel de estraza” untado de aceite desechado de los fritos que se le ponía al candil y vertiendo un poco de éste sobre el papel, que otras veces procedía de haber comprado en la tienda manteca o tocino y se reservaba para encender la copa. Encima se ponía la cernidura, después el cisco, el carbón y por ultimo se cubría con la ceniza sobrante. La copa se dejaba preparada con luz del día, al Sol, puesto se encendía y se dejaba fuera hasta que dejaba de humear los tizos.
Los cerdos y las cabras salían en estampida por las calles del pueblo, llegando cada uno a sus respectivas casas, donde les esperaba el pienso o los desperdicios de la comida familiar del día que cada cual les preparaba. Previamente, la puerta se le dejaba entreabierta, con un chino pelón del río y una silla.
Cuando el animal llegaba, metía el hocico y empujaba la puerta entrando al trote, directo al corral. A la mañana siguiente el porquero pasaba por las calles y a golpe de látigo, avisaba de su paso,  incorporándose a la piara nuevamente los cochinos que durante el día los llevaba a pastar al campo.
Era habitual tener la cabra para el consumo diario de la leche y las gallinas para la carne y los huevos, así como conejos para aportar algo de dinero a la familia con su venta.
En la Plaza se espera al “Camión Viajero” o al autobús de los Jiménez que cada atardecer llegaba, se bajaba del techo del autobús los bultos y paquetes que venían de Sevilla. Siendo el Camión viajero el único medio de transporte público, todo se enviaba y se recibía por él; correo, periódicos, y todo tipo de mercancías.
Llegaba la noche, se encendía el alumbrado público que consistía en una bombilla de 25 watios en la calle, separadas entre sí, al menos, 50 metros; todo en penumbra. Sólo se distinguía la silueta de los escasos transeúntes. La luz eléctrica eran muy pocas las casas que la tenían instalada.
Se metía la copa en la “Mesa camilla”, la familia se sentaba en torno a ella como única fuente de calor en las largas noches de invierno. La tenue luz del candil de aceite, del velón o el quinqué de petróleo, oscilaba con el viento frío que pasaba a través de los frágiles techos de palos cubiertos de caña y tejas morunas. En casa de los mineros había luces de carburo que eran las mejores. A las mujeres les salían unas manchas rojas en las piernas que les llamaban “Cabras”, producidas por el calor de la copa. Los hombres, al tener pantalones, les salían menos. Los mayores contaban a los pequeños largas historias de lo pasado en la guerra, bajando la voz cuando se sentían pasos en la calle. La cena era escasa y consistía en lo sobrante del almuerzo.
Con frecuencia en las noches de invierno, se hablaba de los “Fantasma”, que aparecían en las calles de las afueras del pueblo, en alguna calle más oscura o casona. Algunos decían que era  una figura humana cubierta con una sábana blanca, una luz en la cabeza caminando despacio y emitiendo sonidos extraños. Los fantasmas nos producían un miedo terrible. En realidad eran hombres que tenían amores ilícitos y cuando visitaban a la querida, disfrazados de esta forma, no eran reconocidos y nadie se les acercaba. También levanto un gran revuelo en Huévar cuando se dijo que "El Lute" merodeaba por los alrededores....un bulo desde luego.
En estos años de miseria extrema, la salud era muy precaria por la mala alimentación y morían muchos niños, aún recuerdo las cruces blancas del Cementerio.
La guerra y la pos-guerra seguía matando con el hambre, el trabajo duro y en manos de los dueños de las tierras que lo administraban en función de la sumisión mostrada a ellos, que disponían en los tajos quién trabajaba y quién no.
Los domingos la misa era obligatoria. La asistencia la controlaban los encargados y manijeros. 
Las faenas del campo eran de Sol a Sol, es decir, desde el amanecer, al atardecer. Había que salir andando de madrugada para llegar al tajo a la salida del Sol y se llegaba a casa bien entrada la noche, y la comida una sardina de arenque y un pedazo de paz.
Por los años cuarenta y cincuenta, era frecuente ir por bellotas, para venderlas como pienso y a veces para consumirlas bien tostadas o en tortas cocidas, pero....hay si te pillaban cogiendo bellotas.
Estos años de la posguerra en el pueblo fueron muy duros y llamados "El año del hambre". Había escasez de pan, aceite, azúcar, carne y de todo lo básico para la subsistencia, incluido la ropa. Si tenias dinero, podías comprar de todo de “Estraperlo”, que consistía en la compra y venta de artículos de primera necesidad que no habían pasado por la fiscalía y no llevaba gravado el correspondiente impuesto, para que se entienda era cómo el contrabando. En algunos pueblos había lo que se llamaba los Fielatos, que revisaban todo lo que entraba en la población y cobraban las tasas correspondientes de consumo. Los Fielatos eran inspectores del Municipio y dependían del Ayuntamiento.  
Los alimentos básicos eran muy escasos y estaban controlados por las “Cartillas de Racionamiento”. A cada familia se le entregaba una. Las hojas estaban divididas en 24 cupones que correspondían al pan, el azúcar, arroz etc.
La realidad era bien distinta. Con dinero, en el estraperlo conseguías de todo y las cantidades que quisieras.
La mañana del Martes día 2, fue cuando nevó y la gente salía a la calle sorprendida  ya que en el pueblo pocas personas conocían la nieve. 
La nevada del 2 de Febrero de 1954, no fue la única que se ha conocido en Huévar ya que el 10 de enero de 2010 volvió a nevar aunque escasamente   y fue tan sorprendente en el pueblo, que los que la vieron la recuerdan como algo excepcional.

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